Repasamos la historia del barrio más icónico de la ciudad de Granada. El Albaicín, en la colina opuesta a la Alhambra, es el barrio con mejores vistas a esta maravilla. Además, guarda en sus calles la esencia de la Granada antigua, aquella en la que vivieron moros, judíos y cristianos.
El Albaicín bereber
Aunque existen evidencias de asentamientos previos a las de los bereberes ziríes, como de romanos e incluso íberos, fue el propio Zawi ben Ziri quien fundó el Albaicín que hoy conocemos. Él fue también el primer emir de Granada al fundar la Taifa de Granada. Así, se convertiría el lugar también en el único asentamiento de ziríes en territorio europeo.
La capital de la Taifa en aquel entonces estaba situada entre Atarfe y Pinos Puente (Medina Elvira). Fue este mismo emir el que decidió el trasladó de la capital a la incipiente Granada que tenía su base en el Albaicín.
La esencia del Albaicín
Posteriormente, con el Reino de Granada, a cargo de la dinastía nazarí, fue cuando el Albaicín tuvo una mayor relevancia llegando a tener casi 50 mezquitas para una población 4 veces mayor a la de hoy.
Tras la conquista de la ciudad por parte de los Reyes Católicos el Albaicín fue el barrio elegido para conservar la vida civil musulmana. Sin embargo, poco tardarían en llegar los problemas en el barrio. Los constantes disturbios ocasionaron que en el siglo XVI se expulsara a los musulmanes del lugar.
No obstante, el barrio del Albaicín es, de Granada, el que más recoge esa esencia de la Granada antigua.
El barrio en la actualidad
Desde 1994 se le considera parte del conjunto monumental de la Alhambra y fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Con el paso de los años ha pasado a ser un barrio en el que se mezclan la tradición granadina con el romanticismo de quien se muda a Granada para vivir en este histórico barrio.
Las viviendas que podemos encontrar por el Albaicín se encuentran tanto en pisos de edificios no muy altos en el Albaicín bajo a casas y, por supuesto, cármenes, la cual es la casa típica de la zona.
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